Las madrileñas invertimos de media 377 horas al año en el transporte público, tiempo que aumenta si hablamos de la mayoría de la clase trabajadora que reside en los distritos y municipios de la periferia de Madrid ciudad. La región de Madrid cuenta con un modelo de transporte ligado íntimamente a los intereses empresariales, anteponiendo las vías de comunicación útiles para la producción y la maximización de beneficios económicos, y desplazando así los intereses de la clase trabajadora.
Encontramos que los grandes flujos de población que deben desplazarse se realizan desde las zonas de concentración de la mayoría de la clase trabajadora (municipios y distritos del sur y el este de la región) hacia las zonas donde se concentran gran cantidad de empresas y puestos de trabajo (zona centro de la capital y zona norte del área metropolitana). Estos desplazamientos diarios se realizan por las grandes conexiones entre zonas de la región que solo son eficaces si se realizan en transporte privado. El aumento de los automóviles ocasiona a diario colapsos en la red de movilidad dentro de la región, afectando a usuarios tanto del transporte privado como del público, y aumentando en gran medida el tiempo invertido en trasladarse desde casa al centro de trabajo o estudios.
Para conectar los distritos y ciudades con Madrid ciudad existen una serie carreteras de circunvalación que sólo resultan eficaces mediante el uso del transporte privado, existiendo una deficiente conexión con la periferia mediante vías de autobús, una red de cercanías muy precaria y una red de metro cuya densidad se concentra en la zona central sin conectar las periferias entre sí. Así, por ejemplo, una persona tarda 45 minutos desde Fuenlabrada Central y una hora desde Rivas Futura en llegar a la estación de Sol. Además, a este tiempo hay que sumarle el tiempo invertido en llegar a las estaciones de metro, cercanías o autobús, que puede llegar a sumar media hora al trayecto por las grandes zonas blancas que encontramos en la red de transporte. De esta manera, las jornadas laborales y estudiantiles de gran parte de las madrileñas se alargan enormemente, quitándonos de media nada menos que 15 días completos al año, tiempo que no dedicamos a nuestro ocio, descanso ni cuidado de los nuestros, en definitiva, tiempo de vida que perdemos.
A esta situación hay que añadirle los constantes ataques que ya de por si ha venido sufriendo el precario mantenimiento de la red de transporte público, como el recorte de horarios, la reducción de la flota de diferentes medios de transporte, los recortes en plantilla, en derechos laborales, etc. La privatización del transporte público se consolida cada vez más (ninguna empresa de transporte de Madrid es 100% pública) mientras que la clase trabajadora madrileña cada vez sufrimos más la reducción de horarios de servicio, el alargamiento de las frecuencia de paso y la naturalización del trabajo precario en el sector del transporte.
Durante la pandemia hemos visto cómo las condiciones de la red de transporte no han mejorado, derivando en un grave problema: los medios de transporte público aumentan el riesgo de contagio. La frecuencia de trenes y autobuses no ha aumentado y constantemente se forman aglomeraciones como las que veíamos antes. Así, la gran mayoría de juventud trabajadora y estudiante que vive en la región se ve obligada día tras día a exponerse a aglomeraciones de personas en el transporte, donde es imposible mantener la distancia de seguridad con la poca frecuencia de trenes y autobuses y los deficientes protocolos de seguridad que hay actualmente. Nos obligan a desplazarnos hacinados poniendo en riesgo la vida de las trabajadoras para mantener la producción y los beneficios empresariales a toda costa. Mientras tanto, las instituciones apelan a la responsabilidad individual, cuando la mayor parte de las personas que se desplazan en transporte público lo hace porque no tiene alternativa.
La movilidad de las jóvenes obreras se ve afectada además, no solo por todo lo comentado anteriormente, sino también por los disparados precios de las distintas tarifas que, una vez cumplidos los 26, las juventud obrera debe asumir para poder desplazarse por motivos laborales, de ocio o cuidados. Esta cuestión resulta aún más grave para los habitantes de la periferia, que al no estar en la zona central A tienen que pagar precios más caros, superando los 130€ mensuales en la zona E2. Así, las habitantes de la periferia pagan unos precios desorbitados por un transporte de peor calidad, ya que las conexiones son mucho más escasas, hay grandes zonas sin metro ni cercanías y el tiempo invertido en el transporte aumenta considerablemente.
Para afrontar los problemas que vivimos en el transporte público diariamente, y más teniendo en cuenta la situación de pandemia que estamos viviendo, reclamamos una titularidad 100% pública de todos los transportes de la región (metro, cercanías, autobuses, bicimad, etc.), el aumento de la frecuencia de trenes y autobuses, la mejora en los sistemas de seguridad sanitaria, la reducción de las tarifas y el aumento de la plantilla, unido a la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores. De esta manera podremos avanzar hacia un transporte público sin aglomeraciones, que garantice la seguridad sanitaria y reduzca los tiempos de espera que invierte la clase trabajadora madrileña en sus desplazamientos diarios.
Asimismo, estas medidas deben ir unidas a un cambio en el modelo de ciudad y de transporte. El objetivo central debe ser la proximidad de todos los servicios necesarios a los barrios y municipios donde reside la clase obrera. Tenemos que dejar atrás el modelo “madridcentrista” que implica que todos los servicios, centros de trabajo y estudio, y lugares de ocio se encuentren en el centro de la capital, obligando a los habitantes de los barrios y municipios de la periferia a realizar largos desplazamientos de manera diaria. Para ello, es necesario invertir en ordenación territorial, desarrollo tecnológico-industrial e instalación de energías renovables en los distritos y barrios periféricos, e instalar a lo largo de nuestra geografía industria sostenible para conseguir empleos de calidad y evitar los grandes desplazamientos. Además, la red de metro, cercanías y autobús debe dejar de ser radial para conectar de manera eficaz todos los centros urbanos de la región y reducir así el tiempo de desplazamiento.
¡Por un transporte público al servicio de la clase trabajadora!