Desde Gazte Komunistak, venimos denunciando que los mayores agentes contaminantes del planeta son conglomerados empresariales, que siguen luchando por el crecimiento desmedido de la producción, dando de lado la lógica de la finitud de los recursos disponibles. Son precisamente los gobiernos de los estados capitalistas los que protegen a estos conglomerados, y ante la amenaza de una crisis ecológica dibujan un modelo ideal basado en un “capitalismo verde” como solución a la misma.
Debemos tener claro que la crisis ecológica que vivimos tiene dos vertientes. Por una parte, se trata de una crisis ambiental, causada por la nula gestión de los vertidos producidos por el modelo productivo capitalista: gases de efecto invernadero, contaminación del agua, etc. Muestra de ello, son, por ejemplo, el aumento de las temperaturas, deshielo de los glaciares, aumento del nivel de CO2 en los océanos y el desequilibrio de los ecosistemas.
Por otra parte, se trata de una crisis de recursos, entre los que destacan los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo. Especialmente preocupante es el agotamiento del diesel, muy importante en la industria y en el transporte. La solución por parte del capitalismo ha sido el apartar a las capas más pobres del consumo del diesel, mediante su encarecimiento (que ha provocado protestas como la de los chalecos amarillos en Francia), mientras aquellos que siguen pagarlo continúan contaminando.
En ambos casos, es evidente que el problema es el capitalismo. No porque en otros sistemas no se contamine, sino porque en el capitalismo no hay ningún tipo de planificación y se encuentra con una contradicción insalvable: no se puede crecer indefinidamente en un planeta finito (tanto desde el punto de vista de recursos, como desde el punto de vista de regeneración de los contaminantes, es decir, por ejemplo, de fijación de CO2).
En el caso de Euskal Herria, es paradigmático el discurso del PNV (que se extiende, a través de Geroa Bai, a Nafarroa). A través de campañas como la de “Circular Thinking”, apela a la responsabilidad individual criminalizando a la clase trabajadora y desviando el enfoque de las verdaderas causas del problema ecológico. No es más que un ecologismo falso que contribuye a sostener al régimen y con él, al sistema capitalista.
Mantener el modelo productivo capitalista mediante tímidas reformas y promesas no es posible. Para garantizar el futuro del planeta, es necesario un cambio productivo que impida que el sistema capitalista siga con su lógica de búsqueda del máximo beneficio en perjuicio del medio.
Solamente a través del Socialismo, con un cambio de sistema productivo es posible. Es necesario construir un nuevo Estado que planifique la economía, logrando un reparto justo y sostenible de los recursos, garantizando el mantenimiento de un equilibrio ecológico entre las sociedades humanas y el medio en el que se desarrollan, frenando la crisis de vertidos, y procurando la suficiencia de recursos y su distribución equitativa.
¡No hay planeta sin cambio de sistema!