Comunicado de la Secretaría de Mujer del PCE sobre el caso de Juana Rivas
Secretaria de Mujer del PCE / 23 ago 17
Por desgracia en el caso de Juana, y de “todas las Juanas”, estamos visibilizando una doble victimización. La mujer que, con todo el esfuerzo que conlleva separarse de su maltratador y con el miedo a denunciar que va siempre unido a los casos de violencia machista, se encuentra desamparada ante quienes deberían protegerla.
Juana está siendo un caso paradigmático por su repercusión mediática, pero son cientos de mujeres que se enfrentan a situaciones similares: la indefensión ante la justicia patriarcal, que está lejos de ser ciega.
Desde el PCE queremos mostrar nuestra más absoluta solidaridad con Juana Rivas y con todas esas “Juanas” que cada día tienen que defender a sus hij@s de la justicia patriarcal.
La justicia no es un ente abstracto, como no lo son los mercados o los gobiernos. Las leyes son una herramienta diseñada e interpretada por personas y, como tal, están sometidas a la subjetividad y al peso cultural de las mismas. La ideología dominante determina qué es justo y legal y, como no podemos obviar que mayoritariamente nuestra sociedad es machista, esto se traduce en una justicia diseñada para mantener el statu quo de las relaciones de género. Y la situación de Juana, de “las Juanas”, refrenda esta realidad.
Aunque no es políticamente correcto reconocerlo, todavía se mantiene el prejuicio de que la violencia de género (concepto legal) es contra la mujer en particular que lo sufre. Algo entre el maltratador y la maltratada. Porque el maltratador “era tan amable en el ascensor”, “era un buen vecino”… era buena persona (salvo con la mujer con la que convivía). Hacemos una separación entre el hombre-maltratador de su pareja, y el hombre-padre. Como si fueran dos personas diferentes. Era un buen vecino, así que puede ser un buen padre. Un “buen padre” que ha creado situaciones de terror en el hogar, donde también viven sus hij@s. Ha golpeado y humillado a la madre de esas criaturas, sin importarle el estado en el que luego ella tenía que hacerse cargo de la crianza. Ha construido un hogar sobre unos valores de desprecio a la mujer. Un “buen padre” que, cuando ha tenido la oportunidad, no se ha molestado en crear un entorno seguro y estable donde pudiesen crecer es@s hij@s. Hij@s que, tras la separación, siguen siendo una herramienta para hacer daño a la mujer, con el apoyo de la justicia (y de parte de la sociedad). Su odio machista es superior a cualquier amor paternal.
Por desgracia en el caso de Juana, y de “todas las Juanas”, estamos visibilizando una doble victimización. La mujer que, con todo el esfuerzo que conlleva separarse de su maltratador y con el miedo a denunciar que va siempre unido a los casos de violencia machista, se encuentra desamparada ante quienes deberían protegerla. La ley de violencia de género no recoge la retirada de la custodia a los padres maltratadores, así que, pese a haber sobrevivido ella a esa situación, ve en peligro a sus hij@s (cuando no ella misma, teniendo que llevarlos al punto de encuentro familiar, donde se cruzará con su maltratador). Cuatro menores han sido asesinad@s por sus padres en lo que va de año. ¿Cómo podemos pedirle a una madre que entregue a sus hij@s a un hombre que sabe que puede usarlos para hacerle daño, que sabe que puede golpearlos y humillarlos como hizo con ella? ¿Dónde está la protección a la infancia? ¿Quién se preocupa del bienestar y la seguridad de es@s menores? El deseo del hombre adulto está por encima del interés del menor. Adultocracia.
Estos días, gracias al ejemplo de Juana, estamos viendo cómo se pone en cuestión a la justicia machista y se están tejiendo redes sociales de protección cuando las redes oficiales nos fallan. Porque, como decía el Che, “la solidaridad es la ternura de los pueblos”.
Juana está siendo un caso paradigmático por su repercusión mediática, pero son cientos de mujeres que se enfrentan a situaciones similares: la indefensión ante la justicia patriarcal, que está lejos de ser ciega. Juana no se ha entregado, Juana ha acudido a una citación. No es una delincuente, es una mujer que defiende a sus hij@s. Un caso que, por su ejemplaridad, bien podría servir para sentar jurisprudencia y dar aliento a todas esas mujeres que están luchando por el bienestar de sus hij@s.
El PCE queremos manifestar nuestro apoyo a Juana y a todas las “Juanas” que se declaran insumisas a leyes machistas, porque su rebeldía nos ayudará a luchar por un mundo más justo.