Hace pocos días conocíamos la noticia del cierre definitivo por parte de Airbus de la factoría localizada en Puerto Real, a pesar de las sucesivas negociaciones habidas y por haber.
Dicho cierre se llevará a cabo a lo largo del próximo año y, a pesar de la propuesta elevada por el Gobierno de España junto a los sindicatos (salvo CGT) como solución al previsible cierre (convertirla en un centro de investigación tecnológico), no podemos dejar de denunciar lo que supondrá el cierre de uno de los principales pulmones industriales de la Bahía de Cádiz.
Llevamos asistiendo en los últimos años a una destrucción progresiva del tejido industrial gaditano (Delphi en 2007 o Gadir Solar en 2012), auspiciado por dos procesos: la centralización a nivel nacional (en este caso, Airbus llevaría la producción a la planta situada en Getafe) y la deslocalización de la producción a países localizados fuera del polo imperialista de la Unión Europea, cuya mano de obra es mucho más barata y las condiciones laborales son inferiores.
Este golpe no hace más que incrementar unas cifras ya de por sí lamentables, con una tasa de desempleo que ronda el 33% y una economía que cada vez se centra más en el sector servicios. Peores datos aún son los que tiene la juventud, dónde Cádiz cerró el 2020 con la mayor tasa de desempleo juvenil de toda Europa, un 40.9%.
Airbus viene a empeorar estas cifras y las condiciones de vida de las trabajadoras en busca de un mayor beneficio económico sin importar a cuantas trabajadoras dejan en la calle. Con el cierre de la planta suprime una parte importante del poco futuro laboral que tiene la juventud gaditana fuera del sector servicios. Esta juventud como ha pasado en otras zonas se verá obligada a abandonar su tierra en busca de trabajo. Airbus ha mantenido la planta mientras que han podido exprimir al máximo el esfuerzo y los derechos de la clase trabajadora. Ahora entienden que son insuficientes los 320 millones de euros de beneficio neto que han producido las trabajadoras en el primer trimestre del año o los 6000 millones que se prevé que ganen a lo largo de 2021, por eso cierra esta planta y traslada su producción a donde pueden sacar un mayor beneficio.
Por ello, es indefendible la decisión de cerrar la factoría de Puerto Real (más allá de la codicia de los directivos y accionistas de la compañía aeronáutica), dejando en una situación crítica tanto el tejido industrial gaditano como las vidas de las miles de familias, no solo del personal de la propia factoría, sino de las múltiples empresas auxiliares que dependen de ella, las cuales se verán abocadas a ser parte de la trágica cifra del desempleo gaditano.
Como Juventud Comunista exigimos un Estado que no se pliegue a lo que la UE nos impone, que sea soberano y que ponga en el centro el interés de la clase trabajadora. Se hace cada vez más necesario hacer frente a un modelo económico que se nos impone y que se basa en el sector primario y terciario.Con este fin, se debe crear un tejido industrial fuerte basado en una planificación industrial pública que garantice un empleo digno en el que se mejoren las condiciones de las trabajadoras, y que apueste por sectores como la producción energética y de bienes.
No se puede tolerar la continua destrucción del tejido industrial gaditano que soporta miles de puestos de trabajo. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras el proceso de terciarización continúa y abocan a la juventud gaditana a vivir de un sector precario, con extrema temporalidad y fundamentado en bajos salarios con empleos que no ofrecen seguridad y nos imposibilitan desarrollar una vida digna.
Como bien se lleva gritando desde hace décadas en la industria naval, es hora de hacerlo extensible a toda la industria de Cádiz y a toda la clase trabajadora a través de la unidad:
¡LA LUCHA ES EL ÚNICO CAMINO!
¡PUERTO REAL NO SE CIERRA!